In: Notas y prensa

En México, la historia inició en 2005 cuando PayPal entró al mercado. Para 2022, la evolución fintech avanzaba hasta contabilizar alrededor de 650 startups.

Para la historia de las fintech en el mundo hay dos años significativos: 1998, porque se fundó Confinity, compañía creadora de PayPal; y 2008, año en el que se lanzan al mercado los primeros smartphones. La combinación de poder pagar mediante el Internet, y el hecho de que un creciente porcentaje de la población tenga acceso a los servicios de datos celulares, ha propiciado el auge de empresas fintech (tecnologías financieras).

Por otro lado, después de la crisis financiera de 2008 resultó necesario contar con una regulación bancaria más actualizada y minuciosa. Esto provocó que aumentaran los gastos operativos de la banca tradicional, lo cual también encareció los servicios que ofrecían. Como consecuencia, las instituciones bancarias no lograban ser competitivas.
La triada compuesta por la innovación tecnológica, los smartphones y los altos costos operativos de los bancos propiciaron el impulso de las fintech. La maleabilidad en sus procesos digitales les permitía cubrir satisfactoriamente —y con un costo menor que los bancos tradicionales o de ladrillo— las necesidades financieras de la sociedad.

En México, la historia inició en 2005 cuando PayPal entró al mercado. En 2011 abrieron las dos primeras fintech diseñadas por mexicanos: Kubo Financiero y Conekta. Para 2016 operaban alrededor de 158 fintech en el país.

Sólo seis años después, en 2022, y de acuerdo con el informe “FinTech Radar México 2023″ de Finnovista, la evolución fintech avanzaba hasta contabilizar alrededor de 650 startups. Si comparamos esa cifra con la de 2021, cuando el número de fintechs era de 512, es evidente que el crecimiento que tuvo en un año (un 26 por ciento) refleja tanto las posibilidades como el optimismo en esta nueva industria. Otra cifra destacable es que, de esas 512 empresas, 466 siguen activas, lo cual significa que su tasa de mortalidad fue de solo 9.0 por ciento, porcentaje muy por debajo de la media de otras industrias en nuestro país.

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